Biología Subterránea: generalidades sobre los artrópodos
Adrià Miralles-Núñez1 y Toni Pérez Fernández2
1.- Institució Catalana d’Història Natural (ICHN). amiralles10@gmail.com
2.- Grupo de Espeleología de Villacarrillo (G.E.V.). Email: bioespeleologiaGEV@gmail.com
Introducción
Las cuevas han sido utilizadas por la humanidad para múltiples funciones desde vivienda, entierros, cobijo de ganado etc. Pero también, más recientemente, han sido objeto de investigaciones científicas, bien de manera propiamente espeleológica, o por estudios específicos como arqueología o entomología, podemos decir que los artrópodos han cautivado a todos aquellos que se adentraban en el interior de cavidades.
Como apuntes históricos podemos mencionar el descubrimiento del primer animal descrito como habitante del medio subterráneo concretamente el coleóptero Leptodirus hohenwartii Schmidt, 1832. Aunque varios años antes, en 1768, se describió el anfibio Proteus anguinus Laurenti, 1768 que vive en cuevas del sur Italia hasta Bosnia y Herzegovina pero no se comentó en la descripción científica que fuera un animal del medio subterráneo.
Posteriormente, en 1904, Armand Viré definió por primera vez la ciencia que estudia los organismos subterráneos y lo denominó Bioespeleología, actualmente también denominada Biología subterránea. Emil G. Racovitza y René G. Jeannel fueron los encargados de consolidar este nuevo término en sus múltiples trabajos que publicaron (Pérez y Miralles, 2017).

En el caso de la península ibérica, los primeros trabajos e investigaciones en el medio subterráneo dieron a lugar la descripción de varias especies nuevas para la ciencia como por ejemplo los escarabajos Quaestus arcanus Schaufuss, 1861, y Troglocharinus kiesenwetteri kiesenwetteri (Dieck, 1869) de la familia Leiodidae y Laemostenus baeticus (Rambur, 1837) y Trechus uhagonii Crotch, 1869 de la familia Carabidae, entre otras especies que se describieron a principio y mitad del siglo XIX (Figura 1).
Aunque durante el siglo XIX, como hemos comentado, se describieron varias especies de artrópodos que habitaban en el medio subterráneo, especialmente de coleópteros, un punto de inflexión a destacar fue la descripción del isópodo acuático Typhlocirolana moraguesi Racovitza, 1905, encontrado en la Isla de Mallorca. Emil G. Racovitza fue uno de los autores más destacados en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX que trabajaron en hábitats subterráneos.
Tras el interés demostrado sobre estos hábitats y los interesantes resultados, varios científicos españoles comenzaron a interesarse por los estudios de la biología subterránea. Es el caso de Cándido Bolívar Pieltáin, Ricardo Zariquiey, Antonio de Barros Machado, Serafín Uhagón, Manuel Martínez de la Escalera, Federico Bonet y Joaquim Mateu, aunque la persona que más destacó entre ellas fue Francisco Español y Coll, el máximo exponente de la Biología Subterránea en España durante el siglo XX.
También, a finales del siglo XX, Xavier Bellés publicó el libro titulado como Fauna cavernícola i intersticial de la Península Ibérica i les Illes Balears sintetizando de alguna manera la información obtenida en estas áreas, libro que sirvió como referencia en los próximos años (Bellés, 1987).
Los últimos 30 años, en la península ibérica e islas, han sido muy prolíficos en cuanto a la descripción y descubrimiento de nuevas especies para la ciencia que habitan en ambientes subterráneos superando las más de 500 especies descritas (Pérez y Miralles, 2017). Aún quedan muchas especies para describir y encontrar en estos ambientes y el número total de especies no parará de aumentar año tras año.
Las características del medio subterráneo
El medio subterráneo, como hábitat, es un lugar peculiar con unas condiciones muy concretas que dificultan la vida de las especies que habitan en él. La temperatura en este medio suele ser bastante constante, sobre todo a medida que vamos profundizando más y también existe una humedad relativa que casi roza el 100%. Si nos alejamos un poco de la superficie de este medio, la luz desaparece, por lo cual los animales que viven en ella, conviven con total oscuridad y las fuentes de alimento también son muy inferiores a las que podemos encontrar en medios exteriores.
Por lo tanto, tenemos que separar dos medios, el medio exterior, llamado también Epigeo y el medio subterráneo que incluiría los 2 ambientes llamados, Endogeo (los primeros centímetros del suelo) e hipogeo (a mayor profundidad).
Las especies hipogeas, las podemos encontrar mayoritariamente en dos niveles: el Medio Subterráneo Profundo o MSP (cavidades u oquedades de dimensiones óptimas donde puede circular un ser humano) y el Medio Subterráneo Superficial o MSS (intersticios resultantes de la acumulación de fragmentos de roca [coluviones o aluviones] y los intersticios de la fragmentación de la roca madre) (Fresneda, 2013). También podríamos diferenciar el Medio freático si nos referimos al medio acuático en el que viven las especies del medio subterráneo.

El Medio subterráneo superficial (MSS) ha sido uno de los que más recientemente se ha focalizado la investigación, por ser desconocido, dando a lugar una gran cantidad de especies nuevas para la ciencia (Oromí, 2011; Sendra et al., 2011).
Adaptaciones al medio subterráneo
Aunque existen varias clasificaciones sobre los habitantes del medio subterráneo, la más utilizada es la de Schiner-Racovitza, que los clasifica en troglobios (estrictamente de este medio y con características y adaptaciones a este ambiente), troglófilos (aunque tengan poblaciones permanentes en el medio subterráneo, se encuentran en el medio epigeo y endogeo, pueden tener o no caracteres morfológicos singulares) y trogloxenos (meramente accidentales).

Como hemos comentado antes, los organismos que se localizan en medios subterráneos y especialmente los troglobios tienen varias adaptaciones a estos ambientes. Podríamos diferenciar a grandes rasgos, 2 tipos de adaptaciones: las morfológicas (como por ejemplo la despigmentación, la anoftalmia, el apterismo u otras morfologías en el cuerpo ) y las ecofisiológicas (como por ejemplo la ausencia de ritmos biológicos estacionales o circadianos, reducción del metabolismo o cambios en el ciclo reproductivo) (ver más información en Pérez y Miralles, 2017).

Por lo tanto, el medio subterráneo es un medio con unas características singulares donde muchos de los artrópodos que se encuentran en él, han desarrollado varias adaptaciones para poder vivir en estos ambientes.
Bibliografía
Bellés, X. 1987. Fauna cavernícola i intersticial de la Península Ibèrica i les Illes Balears. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Palma de Mallorca, 208 págs.
Fresneda, J. 2013. El medio subterráneo, pp 10-12. En Los invertebrados de hábitats subterráneos de Jaén. Toni Pérez Fernández y Toni Pérez Fernández (coord.). Grupo de Espeleología de Villacarrillo (G.E.V.) (ed.), 188 pp. Jaén.
Ortuño, V.M. 2011. Diversidad de los insectos, y sus afines, en las cuevas: una visiónecológica para la conservación. En: del Egido, M. & Juanes, D. (Eds.). La Ciencia del Arte III. Ciencias experimentales y conservación del patrimonio, pp. 175-187. Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación. Ministerio de Cultura.
Pérez, T. y Miralles, A. 2017. Artrópodos de hábitats subterráneos. Mundo artrópodo, 2: 16-25.
Sendra, A., Achurra, A., Barranco, P., Beruete, E., Borges, P.A.V., Herrero-Borgoñón, J.J., Camacho, A.I., Galán, C., García, Ll., Jaume, D., Jordana, R., Modesto ,J., Monsalve, M.A., Oromí, P., Ortuño, V.M., Prieto, C., Reboleira, A.S., Rodríguez, P., Salgado, J.M., Teruel, S., Tinaut, A. &Zaragoza, J.A. 2011. Biodiversidad, regiones biogeográficas y conservación de la fauna subterránea hispano-lusa. Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa (S.E.A.),49: 365-400